sábado, 31 de enero de 2009

GIAN LORENZO BERNINI (1598-1680).



Si en el Renacimiento se dieron varios casos de artistas polifacéticos, entre los cuales el más destacado fue el Miguel Ángel, también en la época barroca encontramos un personaje semejante, Gian Lorenzo Bernini (1598-1680), que cultivó las tres artes mayores y fue también escritor e incluso diseñador de escenografías teatrales, sin olvidarnos de sus aportaciones en el campo del urbanismo.

Bernini nació en Nápoles, hijo de un padre escultor que le enseñó el oficio, pero pasó la mayor parte de su vida en Roma, donde adquirió fama y riquezas como quizás ningún otro artista barroco italiano. La razón de ello es bien sencilla: cuando contaba 31 años fue designado arquitecto pontificio por Urbano VII y desde entonces contó ininterrumpidamente con la protección de otros seis papas más, lo que le permitió desarrollar sín problemas sus múltiples capacidades artísticas en la Ciudad Eterna. Pero no sólo realizó obras para el papado. Aún tuvo tiempo de atender numerosos encargos particulares.

Como arquitecto, y fruto de sus trabajos en el Vaticano, son dos de sus más conocidas realizaciones: de un lado, el famoso Baldaquino de San Pedro, situado en el centro de la basílica, justo sobre el lugar en el que se halla la humilde tumba del primer apóstol. Aquí el joven Bernini se aleja de las formas renacentistas y manieristas hasta entonces predominantes y recurre al empleo de la columna salomónica, proclamando el éxito de la nueva estética barroca, parejo al que él mismo obtuvo como autor. De otro lado, unos años después Bernini levanta la columnata que cierra la plaza con su forma elíptica, pero que al mismo tiempo se abre para recibir a las multitudes que acuden a la llamada del pontífice. Incluso unos años después, y de nuevo dentro del templo, nuestro artista realizaría la Cátedra de San Pedro, una especie de altar relicario en el que se guarda la silla que pretendidamente usó el primer papa de Roma.

Fuera del Vaticano Bernini levanta la iglesia de San Andrea en el Quirinal, para los jesuítas, que pese a su reducidas dimensiones podemos considerar una de las muestras más hermosas de la arquitectura barroca, con una planta oval centrada y un ingenioso juego de luces. Hasta la misma disposición de la entrada (en un extremo del eje menor de la elipse) contribuye a crear el efecto escenográfico que Bernini pretendía.

Igualmente variada es la producción escultórica del arquitecto pontificio. Es ya un tópico afirmar que la quintaesencia de lo que el Barroco significó en escultura se encuentra en su obra del éxtasis de Santa Teresa, en el que combina las diversas artes en la búsqueda de efectos puramente teatrales. Pero desde el San Longinos de su primera época hasta los ángeles pasionarios del puente de Sant´Angelo en Roma, hay toda una evolución estilística y unas sorprendentes realizaciones: retratos de todo tipo, conjuntos funerarios, imaginería religiosa, obras de contenido mitológico... sin que nos olvidemos de las espectaculares fuentes que diseñó y que hoy son objeto de la atracción preferente de los millones de turistas que acuden a Roma.


............"Elefante obeliscóforo". Roma............

Pero hay en esa ciudad una obra de Bernini menos conocida, el llamado "elefante obeliscóforo" (1667) y que, en su aparente sencillez, sintetiza bastante bien lo que debió ser la mentalidad estética de Bernini. Un obelisco traído desde Egipto (realizado hacia el 580 a.C.) es llevado a lomos de ese animal. No sé si Bernini habría visto alguna vez un elefante en vivo (supongo que sí), pero tan amante como era de las curvas, en este caso se le fue la mano con la longitud de la trompa. El Barroco aquí se impone a la mera realidad.





Información obtenida de:
http://aprendersociales.blogspot.com/

miércoles, 28 de enero de 2009

'El Coloso' no es de Goya.



El cuadro llegó al Prado en 1931 procedente de un legado particular y desde entonces estuvo considerado como obra del Goya moderno. Con el paso del tiempo surgieron voces críticas que afirmaban que no pertenecía a Goya, sino a algún discípulo suyo, no estaba firmado por el maestro, no se conocía su cronología exacta, no aparece citado en ninguna documentación de la época del propio Goya. Así fue como en junio de 2008 el rumor que corría entre los especialistas en pintura salto a la prensa, y el Museo del Prado afirmaba que "casi seguro" no se trataba de obra de Goya, avanzando unos estudios que se estaban realizados y que se acaban de publicar.
Tras unos meses, El Prado hizo el lunes 26 de enero público lo que ya se sospechaba desde 1991, cuando se organizó la exposición “Goya. El capricho y la invención”: que “El Coloso” no pertenece a Goya. Para ello ha sido determinante el descubrimiento de las iniciales “AJ”, pertenecientes posiblemente a Asensio Julià (discípulo de Goya), en el cuadrante inferior izquierdo de esta pintura por parte de José Luis Díez -jefe de Conservación de pintura del siglo XIX.

Manuela Mena, jefa de Conservación de Pintura del siglo XVIII y de Goya, aludió en junio de 2008 a cuestiones "estilísticas" para constatar que la obra "se aleja de Goya completamente". Pues se ha corroborado la existencia de "pinceladas dudosas", "incoherencias luminosas", "falta de precisión" y "trazos no acabados" lo que ha llevado a desvincularla del pintor aragonés.
Además, "La radiografía reveló una composición diferente bajo la que hoy conocemos ya que el gigante aparecía de frente con el brazo izquierdo apoyado en la cadera y el derecho por detrás de la cabeza del coloso actual. Además hay otro ajuste fundamental en esta última pues se le quedó estrecha la cintura y la aumentó", dijo Manuela Mena quien recordó, por el contrario, que Goya siempre tenía en su cabeza perfectamente definidas sus composiciones que trasladaba al lienzo como tales.
Asimismo, la jefa de Conservación del Prado, aludía al paisaje que aparece en 'El Coloso', "ligeramente sucio" y lo comparó con otros de Goya, "siempre claros y naturalistas", como puede verse en 'La fabricación de pólvora y balas' o en 'Las Lavanderas', por ejemplo. "Las nubes que cubren la cintura del Coloso han sido realizadas a espátula con una mezcla de blanco, azul y rosa, algo que no se ve en Goya", añadió.
La anatomía del personaje central ha sido otro de los argumentos de la especialista para asentar su teoría: "El brazo del Coloso es una de las zonas menos cercanas a Goya de toda la composición ya que es efectista y no define la anatomía con el conocimiento que desgranó Goya", dijo. A ello sumó las "incoherencias luminosas" que presenta ese brazo.
Manuela Mena se centró también en el resto de personajes y detalles que completan la composición y llamó la atención sobre un hombre que cae "del revés" del caballo ("jamás lo pintó Goya así"), la falta de terminación de las manos, brazos y piernas y la "enorme cantidad de pinceladas dudosas y escasa precisión" en la realización de una tartana.
La manada de toros que aparece en el lienzo está realizada a base de "pinceladas sueltas que se entrecruzan y que no acaban de terminar esas figuras", por otro lado bien conocidas y rematadas los cuadros de Goya. Lo mismo ocurre con el burro, "que parece de peluche" frente a los asnos pintados por el aragonés "perfectos en la definición del animal", indicó Manuela Mena.
Finalmente, todo lleva a la conclusión de que la obra se trata de un "pastiche" es decir una formada a partir de detalles copiados de otras obras, inspirada, claro está, en cuadros y grabados de Goya, como la estampa de "El coloso" de la serie de "Los desastres de la guerra".




Información obtenida de varios diarios: La Vanguardia y El País.

lunes, 26 de enero de 2009

"HENDAYA: CUANDO ADOLFO ENCONTRÓ A PACO" de José Macias y Carla Guimaraes

Se trata de un cortometraje que parodia la reunión que el Führer y el Caudillo mantuvieron en Hendaya en 1940 y en la que, según sostiene la cinta, se pactaron cosas mucho más importantes que la no participación de España en la Segunda Guerra Mundial.

martes, 20 de enero de 2009

DIEGO DE SILVA Y VELÁZQUEZ (1599- 1660).


Pintor español, máximo representante de la pintura barroca española. Nació en Sevilla el 6 de junio de 1599. Procedente de una familia burguesa sevillana, fue el mayor de seis hermanos. Entre 1611 y 1617 el joven Velázquez trabajó como aprendiz en el taller del que sería su futuro suegro, Francisco Pacheco. Durante sus años de aprendizaje, Velázquez aprendió el naturalismo tenebrista imperante en su época, derivado del realismo italiano y del flamenco. Las obras más tempranas de Velázquez, realizadas entre los años 1617 y 1623, pueden dividirse en tres categorías, el bodegón (objetos de uso cotidiano combinados con naturalezas muertas), retratos y escenas religiosas. Muchas de sus primeras obras tienen un marcado acento naturalista, como La comida (c. 1617, Museo del Ermitage, San Petersburgo), bodegón que puede considerarse como la primera obra independiente del maestro. En sus bodegones, como El Aguador de Sevilla (c. 1619-1620, Aspley House, Londres) los magistrales efectos de luz y sombra, así como la directa observación del natural, llevan a relacionarlo inevitablemente con Caravaggio. Para sus pinturas religiosas utilizó modelos extraídos de las calles de Sevilla, tal y como Pacheco afirma en su biografía sobre Velázquez. En La Adoración de los Magos (1619, Museo del Prado, Madrid) las figuras bíblicas son, por ejemplo, retratos de miembros de su familia incluido su propio autorretrato. Velázquez fue también un pintor conocido en los círculos intelectuales de Sevilla, uno de los cuales, la Academia de Artes, fue dirigida de manera informal por Pacheco. En dichos encuentros, tuvo la ocasión de conocer a personalidades de su tiempo como el gran poeta Luis de Góngora y Argote (cuyo retrato, ejecutado en el año 1622 se encuentra en el Museum of Fine Arts Boston). Esos contactos fueron importantes para las obras posteriores de Velázquez sobre temas mitológicos o clásicos. En el año 1621 Velázquez realizó su primer viaje a Madrid para, presumiblemente, conocer en persona las colecciones reales y probablemente para buscar, sin éxito en esta ocasión, un puesto como pintor de corte.

Sin embargo, en el año 1623 regresó a la capital para pintar un retrato del rey Felipe IV (1623, Museo del Prado) y el monarca le nombró su pintor de cámara. Este lienzo fue el primero de una serie de retratos soberbios y directos, no sólo del rey, sino también de la familia real y otros miembros de la corte, ya que realmente, su principal ocupación en la corte era la de retratar, aunque también abordó temas mitológicos como El triunfo de Baco, popularmente llamado, Los borrachos (1628-1629, Museo del Prado). En el año 1628 Petrus Paulus Rubens llegó a la corte de Madrid en misión diplomática y entre los pocos pintores con los que trabó amistad estaba Velázquez. Aunque el gran maestro flamenco no causó un decisivo impacto sobre la obra del pintor, sus conversaciones le impulsaron a visitar las colecciones de arte en Italia que tanto admiraba Rubens. En agosto de 1629 Velázquez abandonó Barcelona rumbo a Génova y pasó dos años viajando por Italia. De Génova se dirigió a Milán, Venecia, Florencia y Roma, regresó a España desde Nápoles en enero de 1631. En el transcurso de este viaje estudió de cerca el arte del renacimiento y de la pintura italiana de su tiempo. Algunas de las obras realizadas durante sus viajes dan muestra de la asimilación de estos estilos, un ejemplo representativo es su La túnica de José (1639, Monasterio de El Escorial, Madrid) y La fragua de Vulcano (1630, Museo del Prado), que combinan los efectos escultóricos miguelangelescos con el claroscuro de maestros italianos tales como Guercino y Giovanni Lanfranco. De vuelta a España, Velázquez reanudó sus encargos como retratista de corte con la obra Príncipe Baltasar Carlos con un enano (1631, Museum of Fine Arts, Boston) imagen conmovedora del príncipe, quien moriría antes de alcanzar la mayoría de edad. En el año 1634 Velázquez llevó a cabo el programa decorativo del Salón de Reinos en el nuevo palacio del Buen Retiro. Constaba de 12 escenas de batallas, junto a retratos ecuestres en los que las tropas españolas habían resultado victoriosas. En esta obra no sólo intervino Velázquez, sino otros artistas de prestigio. Velázquez incluyó en este ciclo de batallas el cuadro titulado Las lanzas o La rendición de Breda (1634, Museo del Prado) que retrata al general español Spínola, después de sitiar las ciudades del norte en el año 1625, recibiendo las llaves de la ciudad de manos del gobernador. La delicadeza en la asombrosa manera de ejecución la convierte, como obra individual, en una de las composiciones históricas más célebres del arte barroco español.
Hacia 1640 pinta los retratos de caza de la familia real para la Torre de la Parada, un pabellón de caza cerca de Madrid. Perteneciente a la década de los últimos años de 1630 y principios de 1640 son los famosos retratos de enanos de corte que reflejan el respeto y la simpatía con que eran tratados en palacio. Velázquez pintó pocos cuadros religiosos, entre ellos destacan el Crucificado (c. 1632), La coronación de la Virgen (c. 1641) y San Antonio Abad y San Pablo primer ermitaño (c. 1634), todos ellos en el Museo del Prado. Durante los últimos años de su vida, Velázquez trabajó no sólo como pintor de corte sino también como responsable de la decoración de muchas de las nuevas salas de los palacios reales. En el año 1649 regresó de nuevo a Italia, en esta ocasión para adquirir obras de arte para la colección del rey. Durante su estancia en Roma (1649-1650) pintó el magnífico retrato de Juan de Pareja (Metropolitan Museum of Art, Nueva York) así como el inquietante y profundo retrato del Papa Inocencio X (Galería Doria-Pamphili, Roma), recientemente exhibido en Madrid. Al poco tiempo fue admitido como miembro en la Academia de San Lucas de Roma. Su elegante Venus del espejo (National Gallery, Londres) data probablemente de esta época. Las obras clave de las dos últimas décadas de la vida de Velázquez son Las hilanderas o La fábula de Aracné (1644-1648, Museo del Prado) composición sofisticada de compleja simbología mitológica, y una de las obras maestras de la pintura española Las Meninas o La familia de Felipe IV (1656, Museo del Prado), que constituye un imponente retrato de grupo de la familia real con el propio artista incluido en la escena. Velázquez continuó trabajando para el rey Felipe IV, como pintor, cortesano y fiel amigo hasta su muerte acaecida en Madrid el 6 de agosto de 1660. Su obra fue conocida y ejerció una importante influencia en el siglo XIX, cuando el Museo del Prado la expuso en sus salas.




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- Biografía obtenida de El Poder de la Palabra.

- Para saber más sobre Velázquez, dejo un link que contiene unas conferencias en audio que la Fundación Juan March pone a nuestra disposición.

miércoles, 14 de enero de 2009

THÉODORE GERICAULT (1791-1824).


Pintor francés muy influyente en su época y uno de los principales y primeros artistas del romanticismo del siglo XIX. Nació en el seno de una acaudalada familia de Ruán, fue discípulo de los pintores franceses Carle Vernet y Pierre Guérin y estudió en Italia entre 1816 y 1817. Su obra muestra una clara influencia de Miguel Ángel y otros pintores del renacimiento italiano (Caravaggio), así como del maestro flamenco Petrus Paulus Rubens.

Sus primeras obras pusieron ya de manifiesto unas características que le apartaban de los pintores franceses neoclásicos como Jacques-Louis David y que pronto le valieron el reconocimiento como líder de los románticos. Su Oficial de cazadores de la guardia imperial a la carga (1812, Museo del Louvre, París), su Coracero herido (1814, Louvre) y La carrera libre de caballos (1816-1817, Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid, España) muestran una acción violenta, un diseño atrevido y un dramatismo cromático de gran poder emotivo. Tales características se intensifican en su lienzo La balsa de la Medusa (1818- 1819, Museo del Louvre), de grandes dimensiones y expresión sobrecogedora.

En 1820 viajó a Inglaterra, donde pintó el Derby de Epsom (Museo del Louvre). Regresa a Francia hacia 1821-1822, enferma (se cree que de cáncer de huesos) y se alejará del mundo, pero sigue trabajando en una serie de retratos de enfermos mentales, realizados con visión trágica y pesimista de la vida. También realizó varias estatuillas en bronce, una excelente serie de litografías y cientos de dibujos y bocetos en color.




Información obtenida de:
http://www.spanisharts.com

http://www.epdlp.com

lunes, 12 de enero de 2009

EUGÈNE DELACROIX (1798-1863).

Pintor francés cuya obra constituye un gran exponente del romanticismo del siglo XIX y cuya influencia se extendió hasta los impresionistas. Delacroix nació el 26 de abril de 1798 en Charenton-Saint Maurice, y fue discípulo del pintor francés Pierre Guérin. Recibió una formación neoclásica dentro de la escuela del pintor francés Jacques-Louis David, pero su estilo se vio influenciado por el rico colorido y la opulencia de maestros anteriores, como Petrus Paulus Rubens y Pablo Veronés. También absorbió el espíritu de su contemporáneo Théodore Géricault, cuyas primeras obras representan la acción violenta, el amor a la libertad y el romanticismo en ciernes del turbulento periodo postnapoleónico.
La carrera artística de Delacroix empezó en 1822 cuando su primer cuadro, Dante y Virgilio en los infiernos (1822, Louvre, París), fue aceptado en el Salón de París.


..................Dante y Virgilio en los infiernos....................

En 1824 obtuvo un gran éxito popular con Las matanzas de Quíos (Louvre), que representa el tema heroico de la lucha de los griegos por la independencia.


......................La matanza de Quíos.........................

En 1825 viajó a Inglaterra donde estudió la obra de los pintores ingleses. La influencia de Richard Parkes Bonington, que pintaba con colores brillantes, se manifiesta en obras posteriores de Delacroix como La muerte de Sardanápalo (1827, Louvre). Esta exuberante obra de madurez, de gran colorido, violencia y fastuosidad, muestra a mujeres, esclavos, joyas y telas combinados en una composición delirante, casi orgiástica. El tema del cuadro es la decisión que toma un rey de la antigüedad de destruir sus posesiones (incluidas sus esposas) antes de suicidarse.


....................La muerte de Sardanápalo.....................

Su obra más romántica y tal vez la más influyente es La libertad guiando al pueblo, también conocida como La barricada (1830, Louvre), una glorificación semialegórica de la idea de libertad. Este cuadro, que le valió la Legión de Honor, confirmó la clara división entre la pintura romántica, que resaltaba la importancia del color y el espíritu, y el concurrente neoclasicismo (de cuyo desarrollo Jean Auguste Dominique Ingres fue una de las figuras prominentes), que hacía más hincapié en la importancia del dibujo y en el distanciamiento respecto al tema.


....................La Libertad guiando al pueblo....................

Delacroix fue durante toda su vida el pintor romántico más importante de Francia. Un viaje al norte de África en 1832 le proporcionó un amplio repertorio temático que plasmó en más de 100 cuadros de gran sensualidad. Muchas de sus últimas obras, en especial las pinturas de animales, escenas de caza y temas marinos, son excepcionales, pero otras exhiben una cierta aridez en su ejecución y falta de inspiración. También ilustró varias obras de William Shakespeare, Walter Scott y Johann W. von Goethe.
La técnica de Delacroix, de grandes contrastes de color, que aplicaba con pequeños golpes de pincel creando un particular efecto de vibración, influyó de forma importante en los impresionistas.
Delacroix murió el 13 de agosto de 1863 en París.





INFORMACIÓN OBTENIDA DE:
http://www.epdlp.com

IMÁGENES:
http://www.spanisharts.com

martes, 6 de enero de 2009

CASPAR DAVID FRIEDRICH (1774-1880).

Pintor romántico alemán del siglo XIX cuyos impresionantes paisajes y marinas no son sólo fruto de una meticulosa observación de la naturaleza, sino que tienen también carácter alegórico.


........Un mar de hielo. 1822-23.Hamburgo, Kunsthalle................

Estudió en la Academia de Copenhague. En 1798 se estableció en Dresde, donde entró a formar parte de un círculo literario y artístico imbuido de los ideales del movimiento romántico.


......Rocky Ravine. 1822-23. Osterreichische Gallerie in Belvedere. Viena.....

Sus primeros dibujos —perfilados con precisión a lápiz o sepia—ya exploran motivos que serán recurrentes a lo largo de su obra: playas de rocas, llanuras planas y desnudas, cadenas montañosas infinitas y árboles que se elevan hacia el cielo. Más adelante su obra comienza a reflejar cada vez más la respuesta emocional del artista frente a los escenarios naturales.


.......Las Tres Edades.1834-35. Leipzig, Museum der bildenden Künste.....

Comenzó a pintar al óleo en 1807, uno de sus primeros lienzos, "La cruz de las montañas" (c. 1807, Staatliche Kunstsammlungen, Dresde), es representativo de su estilo de madurez. Esta obra, que rompe totalmente con la pintura religiosa tradicional, es paisaje casi en su totalidad, la figura de Cristo crucificado, vista desde atrás y recortada contra la puesta de sol en la montaña, se halla casi perdida en el escenario natural. Según los escritos del propio Friedrich, todos los elementos de la composición tienen carácter simbólico. Las montañas son una alegoría de la fe, los rayos del sol del atardecer simbolizan el final del mundo precristiano, y los abetos representan la esperanza. Los colores fríos, ácidos, la iluminación clara y los contornos contrastados potencian los sentimientos de melancolía, aislamiento e impotencia humana frente a la fuerza inquietante de la naturaleza que se expresa en su obra.


....................Las Ruinas de Eldena. 1823-24..................

Como profesor de la Academia de Dresde, determinó la obra de los pintores románticos alemanes posteriores. A pesar de que su fama declinó tras su muerte, su simbología sigue produciendo cierta fascinación en la actualidad.



....Viajero ante un mar de niebla. 1818. Hamburger Kunsthalle. Hamburgo.....