Ilegítimo pero con indudable ánimo renovador, el régimen primorriverista ofreció a tres abogadas jóvenes y prestigiosas -Clara Campoamor, Victoria Kent y Matilde Huici- entrar en la Junta del Ateneo. Sólo Victoria Kent aceptó. Cuando la Academia de Jurisprudencia otorgó a Clara Campoamor la Cruz de Alfonso XII, por su Premio Extraordinario, también la rechazó, como gesto republicano. A pesar de su origen humilde y su rápida ascensión social, no abandonó la austeridad en su vida privada ni la fidelidad a sus principios.
martes, 24 de febrero de 2009
Clara Campoamor. 1888-1972.
Ilegítimo pero con indudable ánimo renovador, el régimen primorriverista ofreció a tres abogadas jóvenes y prestigiosas -Clara Campoamor, Victoria Kent y Matilde Huici- entrar en la Junta del Ateneo. Sólo Victoria Kent aceptó. Cuando la Academia de Jurisprudencia otorgó a Clara Campoamor la Cruz de Alfonso XII, por su Premio Extraordinario, también la rechazó, como gesto republicano. A pesar de su origen humilde y su rápida ascensión social, no abandonó la austeridad en su vida privada ni la fidelidad a sus principios.
viernes, 20 de febrero de 2009
El reino de los cielos. 2005. Ridley Scott.
jueves, 19 de febrero de 2009
Juana la Loca.
Los títulos de esa mujer loca son muchos, muchísimos: heredará los reinos de Castilla, Aragón, León, Navarra, Granada, Valencia, Galicia, Murcia, Sevilla, Jaén, Toledo, Algeciras, los Algarbes y Jerusalén; el condado de Barcelona; los señoríos de Molina, Vizcaya y Álava; los ducados de Atenas y Neopatria; heredará las plazas del Norte de África y las inmensas Indias hasta entonces descubiertas. Pero como si toda la gloria política y militar que alumbraba el nacimiento de la Casa de España debiera tener su contrapartida maldita, los herederos de Isabel y Fernando han ido muriendo uno a uno, hasta llegar a esta mujer que se niega a ayudar al nacimiento de su propia hija porque su padre ya no podrá verla. Ya no le importan los vivos. Y tampoco sus hermanos muertos.El primero en morir fue el príncipe Juan, con 19 años, recién casado con Margarita de Austria y a la que dejó embarazada, pero abortó. La mayor de las hijas de los reyes, Isabel, reina de Portugal tras su matrimonio con Manuel I, heredaba automáticamente la Corona de Castilla, pero no la de Aragón, donde regía la Ley Sálica. Fernando estaba a punto de cambiarla cuando María tuvo un hijo, Miguel, que se convertía en heredero de las tres coronas: Castilla, Aragón y Portugal. Pero Isabel murió un año después, en el segundo parto y poco después murió también el príncipe Miguel en Granada, donde lo habían llevado sus abuelos Isabel y Fernando parra cuidarlo.
Después de Juan, Miguel e Isabel, la primera en la línea de sucesión de la Corona de Castilla -y de Aragón, si su padre Fernando así lo decidía- era Juana, casada con Felipe de Habsburgo, llamado El Hermoso, primogénito del emperador de Alemania. Sin embargo, a Isabel, que nunca se recuperaría de la muerte del príncipe Juan, al que desde niño llamaba «mi ángel», y a su esposo, el aún vigoroso y astuto Fernando, le producía horror que su inmenso legado terminara en las manos de Juana, porque su estado mental la incapacitaba para el ejercicio de la función regia. Y así como el príncipe Juan habría sido tutelado por los reyes, lo mismo que el príncipe Miguel e, incluso, Manuel de Portugal, al que muerta Isabel dieron en feliz matrimonio a su hija María, el marido de Juana no iba a dejar reinar a su mujer ni a sus suegros.
La madre portuguesa de Isabel se volvió loca y su hermano Enrique solía meterse en los bosques a hablar solo para tranquilizar su espíritu. Paradójicamente, Juana nació clavada a su abuela paterna, Juana I de Aragón, de la familia de los Enríquez, Almirantes de Castilla.
De niña fue muy estudiosa -hablaba latín, afición tardía de su madre- y entregada a la devoción. Era muy extremosa en sus penitencias y hasta quiso meterse a monja. Sus padres la casaron a los 16 años con Felipe, hijo mayor de Maximiliano I de Alemania y de María de Borgoña, que acababa de morir convirtiéndolo en soberano de Flandes. No tenían los Habsburgo ni una pequeña parte de las posesiones españolas pero eran muy ricos y vivían con un lujo que a los Reyes Católicos, austeros, les parecía exagerado y hasta repulsivo.
Fue casarse y empezar el escándalo. Apenas se conocieron, el 21 de agosto de 1496 en Lille, quisieron meterse en la cama, así que hubo que buscar a un cura y adelantar la boda. Felipe era muy mujeriego y al principio la pasión de su joven esposa le divirtió; luego le cansó y finalmente le horrorizó, porque incluía unos celos morbosos que sólo calmaba el tálamo. Juana abandonó sus prácticas religiosas.
Por vigilar al marido, ya fuera de cuentas, tuvo a su primogénito Carlos en un retrete. Antes de nacer su segundo hijo, Fernando, llegaron a España como príncipes de Asturias y se manifestó el desdén de Felipe por sus suegros. Tras el parto, quisieron sus padres cuidarla algún tiempo en el Castillo de la Mota, por apartarla de quien tan loca la volvía, pero escapó descalza tras su marido en plena noche, insultó a su madre e hizo tales disparates que tuvieron que dejarla ir. Murió Isabel en 1504, dejándola como heredera. Volvieron a España y Felipe se apresuró en mostrarla como loca a los nobles castellanos para incapacitarla. La forzó a recibirlos casi a oscuras, con una caperuza negra ocultándole el rostro, pero tuvo uno de sus raptos de lucidez y los reconoció a todos, hablando muy cuerdamente. De ahí viene la leyenda de que su locura era un ardid para quitarle el trono. Caló en el pueblo pero no en quienes la conocían.Pronto se dividió el reino entre los partidarios de Felipe y Fernando, como rey o regente. Juana encadenaba embarazos y depresiones. Felipe se apoyó en Francia para aislar a Fernando pero éste rompió el cerco casándose con Germana de Foix (como un día dijera mi profesor: “mujer de peso en todos los aspectos”), sobrina carnal del rey francés. Durante un tiempo, Fernando le dio a su yerno cuerda donde ahorcarse y cuando ya los nobles suspiraban por su autoridad, Felipe murió tras beberse un cántaro de agua helada en un frontón. Fernando volvió como regente y los nobles acudieron a rendirle pleitesía. También Juana, con su féretro, acudió a besarle la mano.
No había forma de apartarla del muerto. La dejaron por imposible pero entró en una de sus crisis de suciedad (en la Edad Moderna asearse era un acontecimiento) y tuvieron que recluirla en el castillo de Tordesillas, con el ataúd de Felipe a la vista en una iglesia cercana. Así fueron pasando los años, murió su padre en Madrigalejo, en 1516. Vino su hijo Carlos y también le prestó acatamiento, pero nadie pensó en rescatarla de su oscura vida hasta la rebelión de los Comuneros, que trataron de reponerla en el trono como reina legítima. Pero entre sus viejas manías estaba la de no firmar ningún papel y no consiguieron su autorización para nada serio. Probablemente, eso evitó una larga guerra civil.
Carlos se dio cuenta entonces del peligro y ya no hizo nada por sacarla de la reclusión. Rara vez la visitaban sus hijos y alternaba periodos de lucidez sombría y de arrebato, en los que tenían que asearla a viva fuerza. Dormía vestida, con la llave del ataúd al cuello, por si alguien quería sorprenderla. Pasaron hasta 46 años de encierro, pero en la Semana Santa de 1555 recobró la lucidez, como hizo su abuela también antes de morir.
Mandó que la enterraran con Felipe en Granada y dejó este mundo reconciliada con todo y con todos. En la memoria popular quedó el nombre de Juana la Loca y los románticos pintaron su desvarío junto al ataúd. Pero casi nadie recuerda ya que fue la primera reina de España.
lunes, 16 de febrero de 2009
LA LEYENDA NEGRA ESPAÑOLA.
La leyenda negra es un término inventado por Julián Juderías, un funcionario del Ministerio de Estado, colaborador del Instituto de Reformas Sociales, más tarde académico de la Historia, que en un concurso literario celebrado en 1913 presentó un libro, que sería premiado, con el título: La Leyenda negra y la verdad histórica.
El contenido de la llamada leyenda negra debe matizarse separando el conjunto de opiniones negativas vertidas sobre España en función de la labor española en América de las que inciden específicamente en la valoración de la política, la cultura o el carácter españoles.
Las críticas negativas sobre España, unas veces cargadas ciertamente de malevolencia despectiva, otras, expresión de banales y estúpidos tópicos, son la derivación de muchos factores: desde nuestro aislamiento histórico generador de ignorancias y desconocimientos recíprocos a la prepotencia de una época –los siglos XVI y XVII– en que la hegemonía española en Europa provocó no pocas envidias y resentimientos.
Si en el siglo XVI la hegemonía imperial española suscitó críticas de carácter esencialmente político-religioso en los siglos XVII y XVIII, la agresividad europea hacia España se proyectó hacia la antropología –el carácter español– y en el siglo XIX la imagen española en Europa se frivoliza y las viejas acusaciones se acaban diluyendo en tópicos andalucistas muchas veces delirantes. Las críticas también varían según los países.
Hacia 1540, el modelo político diseñado por los erasmistas consejeros de Carlos V de una Europa identificada con el principio de la Humanitas cristiana regulada por el Emperador, está en crisis. La escalada protestante y las primeras agitaciones sociales del Estado moderno junto al progresivo avance de las conciencias nacionales, condenaron la idea imperial y europeísta al fracaso.
La Europa renacentista sería ahogada por la irrupción de las nacionalidades, unas nacionalidades que, en buena parte, alimentarán su identidad en función de la propia competencia con los demás.
No ha sido precisamente demasiado integradora la actitud española hacia los elementos extraños. Por lo pronto se condenó a judíos y moriscos, tan españoles como los cristianos viejos, al extrañamiento con la represión y la expulsión como último acto de liquidación del problema racial-religioso que fue conceptualizado como nacional. El concepto reduccionista nacional católico de España pasaba por la descalificación histórico-nacional de los otros, los no cristianos.
Las fuentes clásicas de la leyenda negra.
- Casiodoro de Reyna, alias Reginaldo González Montano, alias Raimundo González de Montes (1520-1594): Exposición de algunas mañas de la Santa Inquisición española (1567). La obra fue escrita en latín y publicada por primera vez en Heidelberg.
La identidad de González Montano sigue siendo un misterio. Podría tratarse de un monje jerónimo perteneciente al convento sevillano de San Isidro del Campo. Acusado de difundir las ideas luteranas y exiliado en 1557, fue llamado "heresiarca" o "maestro de herejes" en el Auto de Fe de Sevilla, el día 23 abril de 1562.
- John Foxe (1516-1587): El libro de los mártires (1554). John Foxe era un exiliado de la Inglaterra de María Tudor en Holanda. La obra original lleva el título en inglés Acts and Monuments, comúnmente conocida como El libro de los mártires. Foxe subraya la indefensión jurídica de los acusados y critica a los inquisidores que, bajo el manto de la religión, no buscan más que su lucro privado. Los españoles son pintados como víctimas de la Inquisición, para él el gran “malo” es el Papa.
- Guillermo de Orange-Nassau, príncipe de Orange (1533-1584): Apología (1580). La política de Felipe II en los Países Bajos llevó a que Guillermo organizara un fuerte movimiento contra la opresión española. Fue líder de la Revuelta de los Países Bajos y escribió una serie de panfletos contra Felipe II, el más famoso es Apologie ou Defense du trés ilustre Prince Guillaume, en el que se basó la Leyenda Negra contra España. Guillermo de Orange acusa a Felipe II de bígamo, del asesinato de su propio hijo, el príncipe don Carlos, y de su mujer, Isabel de Valois, así como de tirano, adúltero e incestuoso. Guillermo de Orange fue el padre de la patria holandesa y enemigo declarado del rey español Felipe II.
- Antonio Pérez (1540-1611): Relaciones (1594), obra publicada en español en Londres bajo el pseudónimo de Rafael Pelegrino. Era un alegato personal contra Felipe II, al que ve culpable en asuntos tales como el asesinato de Escobedo, secretario personal de don Juan de Austria. A Felipe II se le atribuían los defectos de orgullo, crueldad, lascivia e incluso el de estar “contaminado” por la sangre judía o mora. A medida que el poder español penetraba en Europa, se extendía con él también la leyenda negra. Por las Relaciones de Pérez se deduce la culpabilidad del rey en asuntos tales como el asesinato de Escobedo, secretario personal de don Juan de Austria, al que el mismo Antonio Pérez había hecho quedar a los ojos del rey como un traidor que en realidad Escobedo nunca fue.
- Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566): Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1578). De las Casas ha sido considerado tradicionalmente el padre de la leyenda negra americana. Participó en la conquista de Cuba en 1512. En 1514 dejó sus actividades como encomendero por la impresión que le dejó la matanza de los indios de Caonao y el suplicio al que fue sometido el cacique Hatuey. Desde entonces empezó a ocuparse de la defensa de los indios. Vuelto a España, se entrevistó con el Rey Católico poco antes de la muerte de éste. En 1522 ingresa en la orden de los dominicos. Logró el apoyo del cardenal Cisneros (regente desde 1516) para llevar a cabo alternativas al régimen colonial español en América. Al mismo tiempo, escribía sus obras: Historia General de las Indias (1527-1562), Apologética Historia y su obra más conocida Brevísima relación de la destrucción de las Indias, escrita antes de ser nombrado obispo de Chiapas y antes de su polémica jurídica con Ginés de Sepúlveda. La obra de Bartolomé de las Casas fue prohibida por la Inquisición en 1660.
En el triunfo de la leyenda negra ha coincidido varios hechos: en primer lugar, la ignorancia y mala fe de cuantos han asignado a los españoles adjetivos muy duros y humillantes, tales como holgazanes, cobardes, torpes, lujuriosos, incultos y ultramontanos. Tampoco debe perderse de vista la gran credulidad por parte del pueblo ignorante capaz de creerse todo lo que otros han propagado, aunque sea absurdo. Y por último, el victimismo de los propios españoles al defender que Europa siempre ha despreciado y vilipendiado a España.
Actualmente la investigación histórica desapasionada ha desmentido la leyenda negra. Se reconoce el valor de la evangelización y colonización de América y el espíritu avanzado de las leyes que rigieron aquella empresa. También la figura del rey Felipe II ha sido perfilada con objetiva precisión, así como los sucesos de su reinado, llegando a interpretarlo como una especie de Edad de Oro.
sábado, 14 de febrero de 2009
GEORGE FREDERIC HAENDEL.
miércoles, 11 de febrero de 2009
lunes, 9 de febrero de 2009
El último emperador (1987). Bernardo Bertolucci.
China, 1908. Pu Yi, un niño de tres años, es arrancado de los brazos de su madre y conducido a la ciudad prohibida para convertirse en el Hijo del Cielo. Al poco tiempo, se proclamará la República y el niño emperador, prisionero dentro de los recintos reales, se convertirá en una mera figura decorativa. Comienza una nueva era para China y para Pu Yi que le deparará el exilio, la cárcel y, finalmente, el olvido, trabajando como jardinero en los lugares desde donde gobernó el gran imperio chino.
jueves, 5 de febrero de 2009
La escuela veneciana: Giorgione, Tiziano, Veronés, Tintoretto.
..................................Las bodas de Caná. 1577-?............................
La escuela veneciana de los Bellini y Carpaccio, caracterizada por el color, perdura en el s. XVI con Giorgione, Tiziano, Veronés y Tintoretto, que abren nuevos caminos, que llegan al Barroco. Venecia es el marco ideal para esta pintura: es una ciudad acuática de sorpresas y matices neblinosos, abierta a visitantes de todos los países, con sus ropajes exóticos y coloristas, propios de una sociedad rica, alegre y festiva.
Son los rasgos de esta etapa:
- La preeminencia del color, con tonos cálidos.
- La importancia de los temas secundarios: la anécdota, el detalle.
- La exaltación de la riqueza: palacios, procesiones, fiestas, ropajes.
- La contemplación poética del paisaje, con el casi romanticismo de Giorgione y Tiziano.
Giorgione (1478-1510) es un enigmático pintor, autor de pocas obras, aunque de extraordinaria calidad y misterio, entre la mitología y el paisaje. Destacan La tempestad y Concierto campestre (elaborado con Tiziano).
Tiziano (1489-1576) es un clasicista (con algunos pequeños y ocasionales rasgos manieristas) y destaca como el gran retratista, con una composición que equipara al retratado con el paisaje y los detalles, con obras como el retrato ecuestre de Carlos V en Mühlberg y el de Isabel de Portugal; con desnudos de formas blandas y redondas, como en la Venus de Urbino, Venus y el Amor, y Dánae. En la Bacanal aúna lo mitológico y lo social, la alegría, el desnudo femenino, el paisaje luminoso, las telas lujosas, el detalle del jarro central. Sus temas religiosos son contenidos, pero en su Entierro de Cristo consiguió efectos intensos con el color, como el amarillo del cuerpo de Cristo en contraste con el manto azul de la Virgen. En sus últimas obras evolucionó a la melancolía, con una factura más pastosa, de manchas más que de formas, como en el Autorretrato.
Veronés (1528-1588) pinta el lujo, las fiestas en palacios y jardines maravillosos, con complejas arquitecturas de mármoles blanquísimos, con numerosas figuras envueltas en bellos ropajes, las mujeres con sus joyas y cabelleras. Sus efectos pictóricos son extraordinarios. En su Venus y Adonis el desnudo de Tiziano ha sido sustituido por un semidesnudo. En las Bodas de Caná extrema el anecdotismo, siendo en esto el gran heredero de Bellini y Carpaccio.
Tintoretto (1518-1594) es un puente hacia el Manierismo e incluso el Barroco, con sus luces violentas, contrastes en claroscuro, escorzos, movimiento tenso e inestable, paisaje romántico, profundidad en base a niveles de distinta luminosidad. Todo esto se observa en el Lavatorio de los pies. En sus cincuenta obras en la iglesia de San Rocco su bajo ángulo de visión resalta la profundidad y lejanía. Influirá mucho en El Greco y los pintores barrocos.