domingo, 1 de marzo de 2009

Pabellón español en la Exposición Internacional de París (1937).

A partir de 1851, fecha en que se celebró la Exposición Internacional de Londres, primera de estas grandes concurrencias que unían por un tiempo a todas las naciones a la llamada de la voz del progreso, se han ido convocando ininterrumpidamente exposiciones, teniendo lugar entre periodos más o menos cortos.

La exposición de 1937 era la séptima realizada en París y fue titulada «Exposition Internationale des Arts et des Techniques».



La ubicación de esta exposición tuvo lugar en el mismo centro de la urbe. A orillas del Sena, en el mismo solar ocupado por la de 1900. La de 1937, formaba en el plano una cruz latina, compuesta por un eje vertical o amplia avenida, la cual se prolongaba desde la Escuela Militar hasta Trocadero, pasando por el puente de Jena, para cuya ocasión fue ensanchado, y la torre Eiffel siguiendo el Campo de Marte. El otro eje horizontal, lo constituía el curso natural del río Sena, desde el puente de Passy hasta el del Alma, a cuyos bordes y sendos lados, se extendían un elevado número de pabellones de todo el mundo, completando la nómina de los participantes con los instalados en los jardines del Trocadero.

El presidente francés Albert Lebrun fue el encargado de inaugurar la Exposición Internacional del arte y la técnica en la vida moderna. El recinto ferial, que ocupaba un amplio sector entre la colina de Chaillot y la plaza de Jena, alberga los pabellones de numerosos países del mundo. Uno de los que más atraen al público, dada la guerra en que está inmerso el país, es el Pabellón de la República de España, donde el gobierno republicano quería recordar al mundo que él representaba la voluntad democrática del pueblo español. Se trataba de un edificio de de dimensiones pequeñas comparado con otros como el de la Unión Soviética o Alemania, fue diseñado por José Luis Sert y Luis Lacasa, su estilo viene determinado por la aplicación de los principios racionalistas y funcionales; y debido al carácter efímero de la obra, los materiales empleados eran elementos prefabricados de rápido montaje como la estructura metálica, la mampostería de piedra y ladrillo y el vidrio para el cerramiento. El edificio tenía forma de prisma, con 3 plantas libres enlazadas con escalera o rampa laterales. Abrió sus puertas el 12 de julio de 1937.


Ante la fachada principal se elevaba la escultura de Alberto, «El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella», así como la «Montserrat» de Julio González y la «Cabeza de Mujer», de Pablo Picasso. Cuya «Dama Oferente», fue colocada en el jardín que recorría la fachada lateral derecha, frente al pabellón de Polonia. Grandes fotomontajes móviles cubrían parte de ambas fachadas.

Atravesando la entrada, se encontraba el pórtico que ocupaba la mitad de la planta baja y a la derecha lo primero que llamaba la atención era la gran pintura mural de Picasso, «Guernica». Ante el cuadro y en el centro del pórtico brillaba el mercurio de la «Fuente» de Alexander Calder. A la izquierda se encontraban las vitrinas destinadas a folletos y publicaciones así como un mostrador para la venta de folletos, postales y otras publicaciones, las oficinas y el servicio de información para los visitantes.

La primera planta estaba completamente dedicada a la información, a base de paneles de fotomontajes, sobre actividades económicas, riquezas nacionales, estadísticas, agricultura, educación, previsión, escuelas, sanidad pública, misiones pedagógicas, etc. Los fotomontajes fueron uno de los elementos que mayor personalidad otorgaron al Pabellón Español. Su uso no se limitaba al interior del edificio sino que también se recurrió a ellos en el exterior. Dedicados, fundamentalmente, a informar de los logros llevados a cabo por el gobierno republicano sobre la economía, agricultura, industria, educación y cultura españolas, constituyeron el medio más rentable para la propaganda debido a su facilidad de lectura y a su bajo coste. Todo este trabajo sería dirigido por uno de los artistas más comprometidos, el Director General de Bellas Artes, Josep Renau, cuya mano es muy visible en obras memorables como los fotomontajes dedicados a la protección del tesoro artístico y a las misiones pedagógicas. La realización de esta ingente empresa en tan corto espacio de tiempo fue de una efectividad comunicativa sin precedentes y uno de los logros fundamentales en el éxito del Pabellón.

La segunda planta estaba destinada a las secciones de artes plásticas y artes populares. Dividida longitudinalmente por medio de paneles móviles, la entrada se hacía por la sección de artes plásticas para seguir el recorrido por las artes populares y de allí, una escalera conducía a la primera planta. Según se bajaba, el visitante tenía en frente el gran mural de Joan Miró «El payés catalán en revolución», una de las impresionantes obras del pintor y de enormes dimensiones -desgraciadamente desaparecida.
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3 comentarios:

  1. ¡Qué interesante! Siempre hay miles de historias detrás de estas exposiciones.
    Saludos y gracias por la lectura.

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  2. A mí particularmente me han gustado las fotografías que acompañan a esta entrada. Siempre tuve curiosidad por ver cómo era el mundo en otros tiempos, por eso me gustan las fotos antiguas :)

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  3. Aída, a mí me sucede lo mismo, de ahí que haya elegido esas imágenes...

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